Bajo este paraguas de programación que abarca músicas de los mares, de montaña, de llanura y de las ciudades se evidencian la rivalidad y la lucha por subsistir que han caracterizado las dos grandes vertientes de nuestra expresión musical. La de la zona andina, que, por su apego a la tradición y por su carácter “de salón”, se va desconectando de los oídos juveniles adiestrados para ritmos repetitivos. Y la expresión de las costas, que gracias a esos ritmos repetitivos mantiene el interés del público en sus canciones. el tiempo
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